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“El alimento que da vida eterna permanece, el que el Hijo del Hombre os dará”

San Juan Crisóstomo (c.345-407)

sacerdote en Antioquía luego obispo de Constantinopla, Doctor de la Iglesia

Homilías sobre el Evangelio de san Mateo, n. 82, 5; PG 58, 743


#maronitas #eucaristía


Los judíos comieron la Pascua de pie, con las sandalias en los pies, el bastón en la mano y con prisa (cf. Ex 12,11). ¡Cuánto más, pues, debéis permanecer despiertos! Se estaban preparando para partir hacia la Tierra Prometida y, por lo tanto, actuaban como viajeros; usted está en el camino al cielo. Por eso debemos estar siempre alerta... Los enemigos de Cristo hieren su santísimo cuerpo sin saber lo que hacían (Lc 23,34) y lo recibís en un alma mancillada aun después de tantas bendiciones. Porque no se contentó con hacerse hombre, ser azotado y morir: en su amor por nosotros, quiso unirse a nosotros, hacerse uno con nosotros no solo por la fe, sino en la realidad a través de la participación en su propio cuerpo. ...


Considere qué gran honor se le otorga y en qué mesa es el invitado. Aquel a quien los ángeles no ven sin asombro, a quien no se atrevían a contemplar sin temor a causa del esplendor que irradia de su rostro, hacemos nuestro alimento y nos convertimos en un solo cuerpo, una sola carne con él. “¿Quién puede contar las maravillas del Señor, o proclamar todas sus alabanzas?” (Sal 106[105],2). ¿Qué pastor hay que haya apacentado alguna vez a su rebaño con su propio cuerpo?... Cuantas veces sucede que las madres encomiendan a sus hijos a una nodriza. Pero Cristo no hace esto: nos alimenta con su propia sangre y nos hace un solo cuerpo consigo mismo.

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