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"El que Dios envió habla las palabras de Dios"


#maronitas
Miniatura del Evangeliario de Rabula

Simeón el Nuevo Teólogo (c.949-1022)

monje griego, santo de las iglesias ortodoxas

Catequesis 3 (copyright Friends of Henry Ashworth, 1984)


El mandato del Salvador, "Escudriñad las Escrituras" (Jn 5, 39), muestra cuán útiles son para nosotros. Examínalos, pues, y aférrate a lo que dicen con gran exactitud y fe.


Entonces, cuando las divinas Escrituras os hayan dado un conocimiento exacto de la voluntad de Dios, podréis distinguir sin error entre el bien y el mal y no escucharéis a todo espíritu, ni os dejaréis llevar por pensamientos dañinos.


Podéis estar seguros, hermanos míos, de que nada es tan propicio para nuestra salvación como seguir los divinos mandamientos del Salvador. No obstante, necesitaremos gran temor, gran paciencia y oración constante antes de que se nos revele el significado de siquiera una palabra del Maestro. Sólo entonces percibiremos el gran misterio que se esconde en breves dichos, y estaremos dispuestos a morir por el más mínimo detalle de los mandamientos de Dios (cf. Mt 5,18).


Porque la palabra de Dios es como una espada de dos filos (Hb 4,12), que corta y separa el alma de todo deseo y sensación corporal. Más que eso, es como un fuego abrasador (Jer 20,9), porque suscita el celo en nuestras almas, y nos hace desechar todas las penas de la vida, considerando cada prueba que encontramos como un gozo (Stgo 1, 2), y desear y abrazar la muerte, tan temible para los demás, como la vida y el medio para alcanzar la vida.

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