San Juan Pablo II
Papa de 1978 a 2005
Encíclica « Inmersiones en la Misericordia »
La Iglesia comparte el malestar de tantas personas de nuestro tiempo. Además, no podemos dejar de preocuparnos por la decadencia de muchos valores fundamentales, que constituyen un bien incuestionable no sólo para la moral cristiana, sino simplemente para la moral humana, para la cultura moral... En relación con este cuadro de nuestra generación, un cuadro que No pueden dejar de causar profunda inquietud, vienen a la mente una vez más aquellas palabras que, con motivo de la encarnación del Hijo de Dios, resonaron en el Magnificat de María, y que cantan "la misericordia de generación en generación" (Lc 1, 50). ... La Iglesia debe dar testimonio de la misericordia de Dios revelada en Cristo, en toda su misión como Mesías.
Algunos teólogos afirman que la misericordia es el mayor de los atributos y perfecciones de Dios, y la Biblia, la Tradición y toda la vida de fe del Pueblo de Dios proporcionan pruebas particulares de ello. No se trata aquí de la perfección de la esencia inescrutable de Dios en el misterio de la divinidad misma, sino de la perfección y del atributo por el cual el hombre, en la verdad íntima de su existencia, encuentra al Dios vivo de manera particularmente cercana y particularmente frecuente.
En armonía con las palabras de Cristo a Felipe, la "visión del Padre" -visión de Dios por la fe- encuentra precisamente en el encuentro con su misericordia un momento único de sencillez interior y de verdad, similar al que descubrimos en la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11).
"El que me ha visto a mí, ha visto al Padre". La Iglesia profesa la misericordia de Dios, la Iglesia vive de ella en su amplia experiencia de fe y también en su enseñanza, contemplando constantemente a Cristo, concentrándose en Él, en su vida y en su Evangelio, en su Cruz y Resurrección, en todo su misterio. Todo lo que forma la "visión" de Cristo en la fe viva y en la enseñanza de la Iglesia nos acerca a la "visión del Padre" en la santidad de su misericordia.
Comments