Por: Myriam El Zinati de maronitas.org
No hay sentimiento que se compare con la ternura y el temor de una madre por sus pequeños, que es la que se alegra de sus alegrías y se entristece cuando los afligen las preocupaciones del mundo, así como el sentir de la Madre de Dios María, ¿Quién acompañó a su hijo desde el nacimiento hasta el Calvario?
El primer dolor que soportó María con paciencia y fuerza, cuando Simón el profeta le predijo la suerte de su hijo, revelándole el futuro de sus tormentos, que también ella soportará en silencio y piedad. Y María aquí es un ejemplo para toda madre que mira la suerte de su hijo, consciente de la magnitud del dolor que soportará, por eso lleva el dolor en su corazón y lo abraza, dispuesta a darle fuerzas sin mostrar la magnitud de su tristeza. Como la madre del mártir, que estaba segura de su destino y se negó a interponerse en el camino de su misión.
En cuanto al segundo dolor, es su viaje a Egipto para proteger a su hijo, María viajó y no tuvo miedo a lo desconocido, lo único que buscó fue asegurar la seguridad del fruto de su vientre. Y María, en sus viajes, es ejemplo de miles de madres desplazadas, que cargaban a sus hijos en sus manos y huían de la opresión a países extranjeros, y estaban dispuestas a soportar lo que el desconocido imponía sólo para proteger a sus pequeños.
Y el tercer dolor que soportó María, fue cuando perdió a su bebé entre la multitud, cuantas madres voltearon y no vieron a su hijo junto a ella por razones y motivos. En cuanto a Jesús, estuvo en la casa de Dios, lo que nos asegura que Dios no aparta la mirada de sus hijos.
Es imposible imaginar el cuarto dolor de María y la magnitud de su fuerza y fe cuando acompañaba a su hijo en el camino del Gólgota ¿Qué madre es capaz de soportar el dolor del miedo cuando ve a su hijo siendo conducido a la muerte? ¿No son estos dolores la mayor evidencia de la grandeza de una madre que cree en la voluntad de Dios?
Y en el momento en que la Virgen debía debilitarse, el momento de la crucifixión, María se mantuvo firme ante su quinto dolor y respondió al deseo de su hijo, que la convirtió en madre de toda la humanidad.
Y cuando abrazó la dulzura de su hijo después de que él fue bajado de la cruz, María se convirtió en un símbolo de la madre poderosa que lleva su sexto dolor, una madre cuyo corazón ardía por su único hijo y no perdía la esperanza. ¿Cuántas madres están hoy en extrema necesidad de la esperanza de la Virgen María, para poder aceptar la partida de sus hijos?
Oh tierna madre, que viste a tu hijo dormido en su última morada, y creíste en la resurrección, concede a todas las madres del mundo una fuerza semejante a la tuya que se manifestó en tu séptimo dolor, para que toda madre crea que Dios está con ella y sus hijos, no importa cuán dura sea la prueba para ellos, porque después de cada muerte hay una resurrección segura.
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