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El primer testimonio histórico del bautismo cristiano, en Roma a mediados del siglo II

San Justino (c.100-160)

filósofo, mártir

La primera disculpa


#maronitas

También relataré la manera en que nos dedicamos a Dios cuando hemos sido renovados por medio de Cristo. Los que creen que lo que enseñamos y decimos es verdad, y se comprometen a vivir en consecuencia, son instruidos a orar y suplicar a Dios con ayuno para la remisión de sus pecados pasados, también nosotros orando y ayunando con ellos. Luego son llevados por nosotros a donde hay agua y son regenerados de la misma manera en que nosotros mismos fuimos regenerados. En el nombre de Dios, Padre y Señor del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo, luego se lavan con agua.


Porque Cristo dijo: "A menos que nazcas de nuevo, no entrarás en el reino de los cielos". Ahora bien, es manifiesto a todos que es imposible que los que han nacido una vez entren en el vientre de sus madres. Y cómo los que han pecado y se arrepienten escaparán de sus pecados, lo declara el profeta Isaías: "Lávense, límpiense, quiten de sus almas sus fechorías, aprendan a hacer el bien. Vamos, ahora, pongámonos en orden, dice el Señor. Y aunque vuestros pecados sean como la grana, como la lana los emblanqueceré”. (Is 1,16ss). Esto es lo que hemos aprendido de los apóstoles. En nuestro nacimiento nacimos sin nuestro propio conocimiento o elección, por la unión de nuestros padres. Para que no seamos hijos de la necesidad y la ignorancia, sino que seamos hijos de la elección y el conocimiento, y obtengamos en el agua la remisión de los pecados que cometido anteriormente, pronunciamos sobre los que eligen nacer de nuevo y se han arrepentido de sus pecados, el nombre de Dios Padre y Señor del universo. El que lleva al bautismo a la persona que ha de ser lavada llama a Dios sólo por este nombre. Porque nadie puede pronunciar el nombre del Dios inefable.


Y este lavamiento se llama iluminación, porque los que aprenden estas cosas son iluminados en su entendimiento. Y el que es iluminado es lavado en el nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato, y en el nombre del Espíritu Santo, que por medio de los profetas predijo todas las cosas acerca de Jesús.

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