Por : Marilyn Salibi de maronitas.org
Del vientre de la estéril Isabel, nació Juan el Bautista, “un gran hijo ante el Señor, y de vino y sidra que no bebía”, lleno del Espíritu Santo.
Muchas personas se regocijaron en él, y lo compararon con Elías el profeta, porque el primero partió el Jordán con su manto, y el segundo hizo del Jordán un lavatorio en el que se limpian los pecadores.
Juan Bautista es quien, por la anunciación del ángel Gabriel, nació, bautizó a Jesucristo, y fue decapitado por Herodes Antipas, memoria que la Iglesia celebra hoy como ocasión religiosa contemplativa.
Juan Bautista solía decir a Herodes Antipas: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano.” Herodías, que se casó con Felipe, se divorció de él y se casó con su hermano Herodes Antipas. Así que incitó a su esposo a matarlo y exigió que le cortaran la cabeza.
Por su valentía en decir la verdad, Juan Bautista fue asesinado y decapitado. Cuánto nos falta en nuestra sociedad hoy en día personas que digan la verdad resueltamente a ejemplo de San Juan, un derecho permanente que no se compromete y no no temer a la muerte.
Siguiendo el ejemplo de San Juan, Señor Dios, enseña a nuestra juventud a caminar por los caminos de la justicia, adhiriéndose a sus principios, sin comprometer sus opiniones, sin miedo a la muerte o a la soledad, porque es el presente de la Iglesia, su futuro, su vida y su pulso, para que viva con valor y fuerza, por alto que sea el precio.
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