San Juan Pablo II
En Encíclica «Ut unum sint» § 90-93

El Obispo de Roma es el Obispo de la Iglesia que conserva la marca del martirio de Pedro y de Pablo... El Evangelio de Mateo traza claramente la misión pastoral de Pedro en la Iglesia...: "Os digo , tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia...» (16,18) Lucas deja claro que Cristo instó a Pedro a fortalecer a sus hermanos, recordándole al mismo tiempo su propia debilidad y necesidad humana de conversión (22,31-32), es como si, en el contexto de la debilidad humana de Pedro, se hiciera plenamente evidente que su ministerio particular en la Iglesia deriva enteramente de la gracia...
Pedro, inmediatamente después de recibir su misión, es reprendido con inusitada severidad por Cristo, quien le dice: "Me eres un estorbo" (Mt 16,23). ¿Cómo no ver que la misericordia de la que Pedro necesita está relacionada con el ministerio de esa misericordia que él es el primero en experimentar?... El Evangelio de Juan subraya que Pedro recibe el encargo de apacentar el rebaño con motivo de una la triple profesión de amor, que corresponde a su triple negación... En cuanto a Pablo, puede terminar la descripción de su ministerio con las asombrosas palabras que había oído del mismo Señor: "Te basta mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad"; en consecuencia, puede exclamar: "Cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Cor 12,9-10)...
Como heredero de la misión de Pedro en la Iglesia..., el obispo de Roma ejerce un ministerio que parte de la multiforme misericordia de Dios. Esta misericordia convierte los corazones y derrama la fuerza de la gracia allí donde el discípulo experimenta el sabor amargo de su propia debilidad e impotencia. La autoridad propia de este ministerio está completamente al servicio del plan misericordioso de Dios y debe verse siempre en esta perspectiva. Su poder se explica desde esta perspectiva. Asociándose a la triple profesión de amor de Pedro, que corresponde a la anterior triple negación, su Sucesor sabe que debe ser signo de misericordia. El suyo es un ministerio de misericordia, nacido de un acto de misericordia del mismo Cristo. Toda esta lección del Evangelio debe ser constantemente releída, para que el ejercicio del ministerio petrino no pierda nada de su autenticidad y transparencia.
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