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"Aunque has ocultado estas cosas a los sabios y a los entendidos, las has revelado a los niños"

San Gregorio de Nyssa (c.335-395)

monje y obispo

Discurso Catequético 23-26; SC 453


#maronitas


El hecho de que el Dios todopoderoso haya sabido humillarse hasta la humildad de la condición humana constituye una prueba mayor que el impacto y el carácter sobrenatural de los milagros. En efecto, cuando el poder divino obra algo de gran sublimidad, esto es, en cierto modo, conforme y apropiado a la naturaleza de Dios. Por otra parte, que Dios haya descendido hasta nuestra bajeza es, en cierto modo, la expresión de una abrumadora fuerza que no está en lo más mínimo restringido por lo que es contrario a su naturaleza.


Ni la expansión de los cielos, el brillo de las estrellas, el gobierno del universo, ni la armonía de las cosas creadas revelan tanto el espléndido poder de Dios como su indulgencia, que lo lleva a rebajarse a la debilidad de nuestra naturaleza. La bondad, la sabiduría, la justicia y el poder de Dios se revelan en sus planes para con nosotros: bondad en su voluntad de “salvar lo que se había perdido” (Lc 19,10); sabiduría y justicia en su manera de salvarnos; poder en el hecho de que Cristo se hizo “semejante a los hombres” (Fil 2,7-8) y se hizo conforme a la humildad de nuestra naturaleza.

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