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«Celebremos el nacimiento de la Virgen María, de quien nació el sol de la justicia».


#maronitas
Icono maronita de la natividad de la Santísima Virgen María

San Juan Damasceno (c.675-749)

monje, teólogo, Doctor de la Iglesia

Homilía sobre la Natividad de la Virgen


Hoy se acerca una puerta virginal: por ella el Dios que está sobre todas las criaturas “vendrá al mundo” “corporalmente”, según la expresión de san Pablo (Heb 1, 6; Col 2, 9).


Hoy, del muñón de Isaí ha brotado un retoño (Is 11, 1) del que crecerá una flor para el mundo, unido en su naturaleza a la divinidad. Hoy, de la naturaleza terrenal ha sido creado un cielo en la tierra por aquel que, en tiempos pasados, hizo sólido el firmamento separándolo de las aguas y poniéndolo en las alturas. Pero este cielo es más asombroso que el primero, ya que el que en el primer caso creó el sol ahora ha surgido de este nuevo cielo como un sol de justicia (Mal 3,20). Luz eterna, engendrada antes de los siglos de la luz eterna, ser inmaterial e incorpóreo, toma su cuerpo de esta mujer y, como un novio, sale de su cámara nupcial (Sal 18, 6).


Hoy, el “hijo de carpintero” (Mt 13, 55), Palabra siempre activa de quien hizo todas las cosas por él, brazo fuerte del Dios Altísimo, se ha hecho una escalera viva cuya base está asentada sobre la tierra y cuya cumbre llega al cielo. Sobre él descansa Dios; esto es lo que Jacob vio en sueños (Gn 28, 12); por ella Dios descendió de su inmovilidad o, mejor dicho, se inclinó con condescendencia y así “apareció en la tierra y se movió entre los hombres” (Bar 3, 38). Porque estos símbolos representan su venida aquí abajo, su descenso por pura gracia, su existencia terrenal, el verdadero conocimiento que dio de sí mismo a los que están en la tierra. La escalera espiritual, la Virgen, está puesta en la tierra desde que ella toma su origen de la tierra, pero su cabeza ha sido elevada al cielo. Es por ella y por el Espíritu Santo que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. (Jn 1, 14).



Es a través de ella y del Espíritu Santo que se realiza la unión de Dios con los hombres.

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