"No temas, yo estoy contigo", ha dicho el Señor.
Por Myrima Al-Zeinati de maronitas.org
Como Dios quiera
“No temas, yo estoy contigo”, esta frase la repitió Cristo de una u otra forma 365 veces en la Sagrada Escritura, afirmando su presencia con todos los necesitados en todo momento y lugar. Si Dios está presente en nuestras vidas, ¿por qué tememos a lo desconocido y por qué tememos a nuestro destino?
El futuro es una obsesión que acompaña a una persona en todas las etapas de su vida, inculcándose en sí mismo el miedo a lo que los días esconden y olvidándose de la bendición de disfrutar el presente, pues cada individuo tiene un plan que dibuja y proyecta y que construye para un mañana más brillante... pero los planes se convierten, por su abundancia, en una preocupación que agobia a los hombros y preocupa al alma.
Cada individuo siente que su futuro es una responsabilidad que recae solo sobre sus hombros, por lo que se preocupa por los asuntos de la vida que lo alejan de Dios, el dador de la vida, olvidando la capacidad del Creador para sacarlo de sus crisis y su papel en la elaboración de los medios y condiciones adecuados para escribir los distintos capítulos de su vida.
Cuando una persona olvida la existencia de Dios y su capacidad para allanar los caminos de su futuro, se vuelve vulnerable a las tentaciones, aprensivo, altamente sensible, débil ante los obstáculos que se le presentan. Quien está lejos de Dios es incapaz de aceptar dificultades impuestas como la enfermedad o la muerte, que lo debilitan y le roban la esperanza y le hacen perder la esperanza, por lo que su vida se convierte en un arduo camino sufriendo bajo el peso de interminables desgracias
"Dios sabe mejor que nosotros lo que necesitamos, tenemos que confiar en él porque sus caminos son muy diferentes a los nuestros", dice el Papa Francisco; entonces ponemos nuestra confianza en nuestro Dios, y nos sometemos a su voluntad, cantando en todas las circunstancias de la vida: ¡Como Dios quiera!
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