San José María Escrivá de Balaguer (1902-1975)
sacerdote, fundador
Homilía del 02/01/1960 en Amigos de Dios, cap. 4
Me gustaba subir a las torres de la catedral de Burgos [con algunos jóvenes] para ver de cerca la ornamentación de la parte superior, un verdadero encaje de piedra que debe haber sido el resultado de un trabajo artesanal muy paciente y laborioso. Mientras charlaba con los jóvenes que me acompañaban, solía señalar que nada de la belleza de esta obra se podía ver desde abajo. Para darles una lección material... diría: “¡Esto es obra de Dios, esto es trabajar para Dios! Para rematar a la perfección tu obra personal, con toda la belleza y el refinamiento exquisito de esta tracería de cantería.” Al verlo, mis compañeros comprenderían que todo el trabajo que habíamos visto era una oración, un diálogo amoroso con Dios. Los hombres que allí dedicaban sus energías eran muy conscientes de que nadie a pie de calle podía apreciar sus esfuerzos. Su obra era sólo para Dios...
Como estamos convencidos de que Dios se encuentra en todas partes, aramos nuestros campos alabando al Señor, navegamos los mares y ejercemos todos nuestros otros oficios cantando sus misericordias. Haciendo las cosas así estamos unidos a Dios en todo momento... Pero no olvidéis que también estáis en presencia de los hombres, y que ellos esperan de vosotros, de vosotros personalmente, un testimonio cristiano.
Por lo tanto, en lo que se refiere al aspecto humano de nuestro trabajo, debemos trabajar de tal manera que no nos avergoncemos cuando quienes nos conocen y nos quieren nos vean en nuestro trabajo, ni les demos motivos para sentirse avergonzados... No seas como el hombre de la parábola que se dispuso a construir una torre: “Cuando hubo puesto los cimientos y no pudo terminar, todos los que lo veían comenzaron a burlarse de él, diciendo: Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar." Créame. Si no pierdes tu mirada sobrenatural, coronarás tu obra. Terminarás tu catedral hasta la última piedra.
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