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El Hijo de Dios viene a buscarnos

San Claude la Colombi

Un sermón predicado en Londres ante la duquesa de York


#maronitas

Imagínate la tristeza del pobre pastor cuyas ovejas se han descarriado. Lo único que se oye en los campos de alrededor es la llamada de este desdichado muchacho que, habiendo abandonado la mayor parte del rebaño, corre por bosques y colinas, pasa por matorrales, gimiendo y gritando tan fuerte como él puede, incapaz de decidirse a regresar hasta que haya encontrado de nuevo a su oveja y la haya llevado de vuelta al redil.


Esto es lo que hizo el Hijo de Dios cuando los hombres se habían desviado por su desobediencia a la manera de comportarse de su Creador. Él bajó a la tierra y no escatimó ni cuidado ni trabajo para restaurarnos de nuevo al estado del que habíamos caído. Es lo que todavía hace diariamente por los que se apartan de él por el pecado. Él los rastrea, por así decirlo, sin dejar de llamarlos hasta que los haya restaurado al camino de la salvación. Y en verdad, si Él no se desgastara de esta manera, bien sabéis lo que sería de nosotros después del primer pecado mortal: sería imposible que volviéramos después de él. Es Él quien debe hacer todos los avances, quien debe mostrarnos su gracia, quien debe seguirnos, quien debe invitarnos a tener piedad de nosotros mismos, sin la cual nunca soñaríamos con pedir su misericordia.


El celo con que Dios nos persigue es sin duda fruto de una misericordia muy grande. Pero la dulzura que acompaña este celo muestra una bondad aún más maravillosa. No obstante el inmenso deseo que tiene de hacernos regresar, nunca usa la fuerza; él sólo hace uso de la mansedumbre para este propósito. En todo el Evangelio no veo a ningún pecador que fuera invitado a arrepentirse sino con cariño y bondad.

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