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El tesoro escondido en el campo de las Escrituras


#maronitas

San Ireneo de Lyon (c.130-c.208)

Obispo, teólogo y mártir

Contra las Herejías, IV, 26; SC 100



Fue Cristo quien estuvo presente en todos aquellos a quienes, desde el principio, Dios comunicó su Palabra. Por lo tanto, si alguien lee las Escrituras con atención, encontrará en ellas una expresión de Cristo y un presagio de este nuevo llamamiento. Porque Cristo es el tesoro escondido en el campo, es decir, en este mundo (Mt 13, 38): tesoro escondido en las Escrituras, ya que se alude a él mediante símbolos y parábolas que, humanamente hablando, no podrían entenderse antes del cumplimiento de la profecía, es decir antes de la venida del Señor. Por eso le fue dicho al profeta Daniel: “Guarda en secreto el mensaje y sella el libro hasta el fin de los tiempos” (12, 4). Y Jeremías también dice: “En los últimos días entenderán estas cosas. " (23, 20).


Cuando la Ley es leída por los cristianos, es un tesoro, escondido de antemano en el campo, pero sacado a la luz e interpretado por la cruz de Cristo. Muestra la sabiduría de Dios y da a conocer sus intenciones con respecto a nuestra salvación; prefigura el reino de Cristo y predica anticipadamente la Buena Nueva de nuestra herencia de la santa Jerusalén. Proclama de antemano que los que aman a Dios avanzarán hasta oír y ver su palabra y que serán glorificados por esta palabra...


Así, el Señor explicó las Escrituras a sus discípulos después de su resurrección de entre los muertos, probándoles con ellas que "era necesario que Cristo padeciera estas cosas y entrara en su gloria" (Lc 24, 26). Por eso, si alguien lee también las Escrituras, se convertirá en un discípulo perfecto, “como el cabeza de familia que saca de su despensa cosas nuevas y viejas” (Mt 13, 52).

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