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El viento bajó y hubo una gran calma

San Agustín (354-430)

Obispo de Hipona (África del Norte) y Doctor de la Iglesia

Sermón 63

Jesús calma la tempestad
Icono «Jesús calma la tempestad»

Tu corazón está en peligro, tu corazón está recibiendo un golpe. Al oírte insultado, anhelas vengarte; pero la alegría de la venganza trae consigo otro tipo de desgracia: el naufragio. ¿Por qué ocurre esto? Porque Cristo está dormido en ti. ¿Qué quiero decir? Quiero decir que has olvidado su presencia. Despiértalo, pues; acuérdate de él, que vele dentro de ti, préstale atención... Habéis olvidado que cuando Cristo estaba siendo crucificado dijo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34). Cristo, el durmiente de tu corazón, no tenía deseos de venganza en el suyo.


Despiértalo, pues, llámalo a la memoria. (Recordarlo es recordar sus palabras; recordarlo es recordar sus mandatos). Entonces, cuando esté despierto en tu interior, te preguntarás: "¿Qué clase de desgraciado soy yo para estar sediento de venganza? Aquel que dijo: "Dad y se os dará; perdonad y seréis perdonados", en verdad declinaría reconocerme. Así que frenaré mi ira y devolveré la paz a mi corazón". Ahora todo vuelve a estar en calma. Cristo ha reprendido al mar... Este es el momento de despertar a Cristo y dejar que te recuerde esas palabras: "¿Quién puede ser? Hasta los vientos y el mar le obedecen" ¿Quién es éste al que el mar obedece? "A él pertenece el mar, porque él lo hizo" (Sal 95[94],5); "todo fue hecho por él" (Jn 1,3). Intenta, pues, ser más como el viento y el mar; obedece al Dios que te hizo. El mar obedece el mandato de Cristo, ¿y tú vas a hacer oídos sordos? Las palabras, las acciones, los planes, ¿qué son todos ellos sino un constante resoplido, un rechazo a estar quieto ante el mandato de Cristo? Cuando tu corazón se encuentre en un estado de agitación, no dejes que las olas te arrollen.


Si, puesto que sólo somos humanos, el viento de popa suscita en nosotros un tumulto de emociones, no desesperemos, sino despertemos a Cristo, para que naveguemos en aguas tranquilas y lleguemos por fin a nuestra patria celestial.



Texto bíblico:


Con muchas parábolas de este tipo les hablaba la palabra, según podían oírla;

No les hablaba sino en parábolas, sino que todo lo explicaba en privado a sus discípulos.

Aquel día, al caer la tarde, les dijo: "Pasemos a la otra orilla".

Y dejando atrás a la multitud, lo llevaron con ellos en la barca, tal como estaba. Otras barcas le acompañaban.

Se levantó un gran vendaval, y las olas golpeaban la barca, de modo que ésta ya se estaba inundando.

Pero él estaba en la popa, dormido sobre el cojín; y le despertaron y le dijeron: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?".

Él se despertó y reprendió al viento, y dijo al mar: "¡Paz! Tranquilízate". Entonces cesó el viento y se produjo una calma total.

Les dijo: "¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?

Y ellos, llenos de gran temor, se decían unos a otros: "¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?

(Evangelio según Marcos 4, 33-41)

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