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"He aquí subimos a Jerusalén"


#maronitas

San Agustín (354-430)

Obispo de Hipona (África del Norte) y Doctor de la Iglesia

Confesiones, XIII


Entrégate a mí, oh Dios mío, entrégate una vez más a mí... El Espíritu Santo es tu don. Es en Tu don que descansamos, es allí que te disfrutamos. Nuestro descanso es nuestra paz. Tan alto nos eleva el amor y Tu Santo Espíritu levanta nuestra bajeza de las puertas de la muerte (Sal 9,14). En la bondad de la voluntad está nuestra paz.


Un cuerpo tiende por su peso hacia el lugar que le es propio; el peso no tiende necesariamente hacia el lugar más bajo sino hacia el lugar que le corresponde. El fuego tiende hacia arriba, la piedra hacia abajo... cada uno busca el lugar que le corresponde. El aceite derramado sobre el agua se lleva a la superficie del agua, el agua vertida sobre el aceite se hunde debajo del aceite: es por su peso que se mueven y buscan su lugar adecuado. Las cosas fuera de su lugar están en movimiento: vienen a su lugar y están en reposo.


Mi amor es mi peso: donde quiera que vaya mi amor es lo que me lleva allí. Por tu don somos ardidos y llevados hacia arriba: ardemos y ascendemos... Es por tu fuego, tu fuego benéfico, que ardemos y nos elevamos, nos elevamos hacia la paz de la Jerusalén celestial, ya que me he regocijado cuando me dijeron: "¡Vamos a la casa del Señor!" (Sal 122[121],1). Allí nos pondrá nuestra buena voluntad, de modo que nada desearemos sino quedarnos allí por la eternidad.

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