San Bernardo (1091-1153)
Monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Meditación de la Pasión
Lejos esté de mí gloriarme sino en la cruz de mi Señor Jesucristo (Gal 6,14). La cruz es vuestra gloria, la cruz es vuestro dominio. He aquí, sobre tus hombros descansa el dominio (Is 9,5). Los que llevan tu cruz, llevan tu gloria. Por eso la cruz, que hace temblar a los incrédulos, es más hermosa que todos los árboles del paraíso para los creyentes. ¿Tuvo Cristo miedo de la cruz? ¿O Pedro? ¿O Andrés? Al contrario, lo anhelaban. Cristo salió a su encuentro “como un campeón que corre gozoso en su carrera” (Sal 19[18],6): “He deseado con ansias comer esta Pascua con vosotros antes de morir” (Lc 22,15). Comió la Pascua mientras padecía su Pasión al pasar de este mundo a su Padre. Comió y bebió en la cruz, se emborrachó con vino y se durmió.
De ahora en adelante, ¿quién puede temer la cruz? Señor, puedo atravesar el cielo y la tierra, el mar y la tierra seca, pero nunca te encontraré excepto en la cruz. Allí duermes, allí apacientas tu rebaño, allí descansas al mediodía (Ct 1,7). Quien está unido a su Señor canta dulcemente sobre esta cruz: “Tú, Señor, escudo mío, gloria mía, levantas mi cabeza” (Sal 3,4). Nadie te busca, nadie te encuentra sino en la cruz. Oh cruz gloriosa, inclínate en mí para que pueda ser hallado en ellos.
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