San Andrés de Creta (660-740)
monje y obispo
Homilía para el Domingo de Ramos PG 97, 989-993 (breviario trad.)
Venid, venid, subamos juntos al Monte de los Olivos. Juntos encontremos a Cristo, que regresa hoy de Betania y va por sí mismo a esa santa y bendita pasión para completar el misterio de nuestra salvación. Y así viene, voluntariamente tomando el camino de Jerusalén, el que descendió de las alturas por nosotros, para resucitar a los que yacen en las profundidades a la exaltación con él, como dice la palabra reveladora: “sobre toda autoridad y dominio y poder y sobre todo nombre que se nombra” (Efesios 1:21). Viene sin ostentación, sin jactancia. Porque, como dice el profeta: “No contenderá ni gritará, y nadie oirá su voz” (Is 42, 2). Él es manso y humilde, y su entrada es humilde…
Entonces, corramos con él mientras sigue adelante con su pasión. Imitemos a los que han salido a su encuentro, no esparciendo ramas de olivo, ni vestidos, ni palmas en su camino, sino extendiéndonos ante él lo mejor que podamos con humildad de alma y recto propósito. Así que acojamos la Palabra tal como viene (Jn 1, 9); así Dios, que no puede ser contenido dentro de ningún límite, sea contenido dentro de nosotros.
Pues él se complace en habernos mostrado esta mansedumbre, el que es manso y que “cabalga sobre el sol poniente” (Sal 56[57],12), que se refiere a nuestra extrema bajeza. Él se complace en venir a vivir con nosotros y resucitarnos o traernos de vuelta a él a través de la palabra que une a Dios.
Texto Bíblico
Al día siguiente, la gran multitud que había venido a la fiesta escuchó que Jesús venía a Jerusalén.
Así que tomaron ramas de palmeras y salieron a recibirlo, gritando: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor Rey de Israel!
Jesús encontró un burrito y se montó en él; como esta escrito:
'No temas, hija de Sión. ¡Mira, viene tu rey, montado en un pollino de asna!
Sus discípulos no entendieron estas cosas al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él y le habían sido hechas.
Y la multitud que había estado con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos, continuaba dando testimonio.
También porque oyeron que había hecho esta señal, la multitud fue a su encuentro.
Entonces los fariseos se dijeron unos a otros: 'Veis, no podéis hacer nada. ¡Mira, el mundo ha ido tras él! '
Ahora bien, entre los que subieron a adorar en el festival había algunos griegos.
Vinieron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le dijeron: “Señor, queremos ver a Jesús”.
Felipe fue y se lo dijo a Andrés; Entonces Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús.
(Evangelio según Juan 12, 12-23)
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