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«No permitiste que ninguna mancha del pecado de Adán tocara a la Virgen María»

San Efrén (c.306-373)

Diácono en Siria, Doctor de la Iglesia

himno mariano


#maronitas

¡Hijo de Dios, concédeme tu admirable Don para que pueda celebrar la maravillosa belleza de tu amada Madre! La Virgen dio a luz un hijo conservando su virginidad; ella amamantó al que da alimento a los pueblos; en su pecho inmaculado llevó al que lleva en sus manos el mundo entero. Ella es Virgen y Madre, ¿qué no será en el futuro? Santo de cuerpo, todo hermoso de alma, puro de mente, recto de inteligencia, perfecto de sentimiento, casto y fiel, puro de corazón y lleno de virtud.


Que los corazones de las vírgenes se regocijen en María, ya que de ella nació quien liberó a la humanidad de la espantosa esclavitud. Que el viejo Adán, herido por la serpiente, se regocije en María; es María quien da a Adán una posteridad que le permite aplastar a la serpiente maldita y quien lo cura de su herida mortal (Gen 3,15). Regocijémonos los sacerdotes en la Santísima Virgen; ella ha traído al mundo al Sumo Sacerdote que se entregó como víctima, poniendo fin a los sacrificios de la Antigua Alianza... Se regocijen los profetas en María, ya que en ella se cumplieron sus visiones, en ella se cumplieron sus profecías. , en ella se confirmaron sus oráculos. Que todos los patriarcas se regocijen en María desde que recibió la bendición que les prometió, ella que, en su hijo, los ha llevado a su plenitud.


María es el nuevo árbol de la vida que, en lugar del fruto amargo recogido por Eva, da a la humanidad ese fruto dulce del que se alimenta el mundo entero.


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