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"Pide y recibirás; busca y encontrarás"




San Hilario (c.315-367)

Obispo de Poitiers, Doctor de la Iglesia

La Trinidad, I, 37-38


¡Qué bien sé, oh Dios, Padre todopoderoso, que ofrecerme a ti de tal manera que todo dentro de mí, hable de ti es el objeto principal de mi vida! Me has concedido el don de la palabra y no puede traerme mayor recompensa que el honor de servirte y mostrar al mundo que lo ignora y al hereje que lo niega quién eres, oh Padre del Hijo único de Dios. ¡Sí, ese es de hecho mi único deseo! Sin embargo, tengo gran necesidad de suplicar la ayuda de tu misericordia para que hinches las velas de mi fe, se extiendan para ti, con el soplo de tu Espíritu y me impulses a predicar por todas partes tu santo nombre. Porque no en vano hiciste esta promesa: “Pedid y se os dará; Busca y encontraras; llamad y se os abrirá”.


Pobres, mendigamos lo que nos falta. Nos dedicaremos con celo a estudiar a vuestros profetas y apóstoles. Llamaremos a todas las puertas que nuestra mente encuentre cerradas. Pero sólo tú puedes responder a nuestra oración; solo tú puedes abrir esta puerta a la que estamos llamando. Darás aliento a los comienzos difíciles, afirmarás nuestro progreso y nos llamarás a compartir el Espíritu que guió a tus profetas y apóstoles. De esta forma no daremos a sus palabras un significado diferente al que pretendían.


Así que concédenos la verdadera comprensión de las palabras, la luz de la inteligencia, la belleza de la expresión y la fe en la verdad. Concédenos hablar lo que creemos: que hay un solo Dios, el Padre, y un solo Señor, Jesucristo.

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