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Preservar la identidad siríaca

Reunión de los obispos de la diáspora con el Dr. Amine Bar-Julius Iskandar de Tur Levnon el viernes 11 de junio de 2021 por la tarde en Bkerke


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Bkerke (Líbano), maronitas.org— Los obispos maronitas de la diáspora del continente americano —Mons. Georges Saad Abi-Younes (México), Mons. Elías Zaidan (Los Ángeles), Mons. Juan Habib Chamieh (Argentina), Mons. Gregory Mansour (Nueva York), Mons. Edgard Madi (Brasil)—, y el exarca maronita de Colombia, el padre Fadi Chebel, se reunieron en Bkerke —con la venia Su Beatitud Bechara Pedro cardenal Rai—, con el Dr. Amine Bar-Julius Iskandar de la asociación Tur Levnon, quien compartió su experiencia con ellos y expuso algunos puntos esenciales que los maronitas deben tener siempre presentes referentes a la preservación de su identidad siríaca. Estuvieron también en este interesante encuentro los obispos de Tripoli, Mons. Soueif y de Antelias, Mons. AbouNajem.


La reunión se abrió hablando sobre la experiencia personal del Dr. Iskandar, quien narró cómo llegó a interesarse tanto por conocer su propia identidad.


Mientras cursaba sus estudios de arquitectura en Versailles (Francia), se le cuestionó sobre los maronitas y se percató de su falta de conocimiento sobre el tema: ¿quienes son los maronitas? Pero sus compañeros provenientes de otras culturas, por contraste, se expresaron con absoluta confianza hablando sobre su identidad.


Fue así como se adentró a estudiar sus raíces que, para su sorpresa, eran hermosas, grandes y abundantes. Partió del estudio de la arquitectura libanesa, y se percató de la riqueza encerrada en ella y de cuánto reflejaba toda una identidad siríaca maronita.


Por ejemplo, uno de los aspectos que descubrió, al estudiar el Evangeliario de Rábula (año 586), fue la constante aparición en sus ilustraciones de tres arcos (símbolo de la Santísima Trinidad) y la flor de lis (símbolo de la gracia divina). Todo ello era previo a la cultura árabe y al islam, por lo que no podía tratarse de influencia arabesca o musulmana sino al revés. El mundo siríaco era la fuente.


Observó que invariablemente se encontraban los símbolos de los tres arcos y el de la flor de lis, por lo que se infería que para acceder al espacio del misterio de la Santísima Trinidad (tres arcos) se debía estar en gracia (flor). Comentó también que el siríaco es como el hebreo, opuesto a todo virtuosismo en las inscripciones. Los adornos de caligrafía están prohibidos porque la inscripción representa la Palabra: Melto. Para ampliar estas ideas sugerimos leer el siguiente artículo: El Ciclo Crístico. La arquitectura y la iconografía muestran una solemne simplicidad, y no porque los maronitas no supieran realizar obras sofisticadas, sino porque su intención era permanecer en lo simple.


No sólo se requiere la simplicidad de los símbolos, sino también sus significados. Como en un icono, cada símbolo debe tener un significado y no puede ser sólo decorativo. Un ejemplo de ello, señaló, se encuentra en la ilustración del sol y la luna cuando se utilizan en el arte para indicar el concepto de divinidad y humanidad de Cristo.


Incluso, hasta en el arte más profano del Monte Líbano, se respira la espiritualidad maronita. En efecto, muchos construían sus moradas con el sabio consejo del sacerdote del pueblo o del monje del monasterio más cercano, precisamente para hacer de su casa una casa para Dios.


También dijo que el siríaco no es, en sentido estricto, el idioma que, tal cual, habló nuestro Señor Jesucristo. Puesto que el siríaco es el arameo cristianizado. De ahí que en el siríaco se encuentren abundantes palabras griegas, ya que los padres de la iglesia siríaca para expresar con precisión la doctrina cristiana tomaron prestados muchos términos griegos en la elaboración de su teología.


Ante el cuestionamiento que le hizo uno de los obispos presente del por qué enfatizar tanto en el idioma siríaco, advirtiendo que pudiéramos cerrarnos y caer en una especie de «gheto cristiano», a modo similar a como ocurre con los israelíes con el hebreo, el Dr. Amine Iskandar comentó que nada más lejos de ello: conservar nuestra identidad, nuestro idioma, nuestras raíces es abrirnos a los demás y ofrecer lo que somos para enriquecernos mutuamente.


En relación a por qué la asociación Tur Levnon escribe «Levnon» con «v», explicó que en siríaco después de una vocal aparece el sonido «v» y no «b».


Por otro lado, recordó que los maronitas siempre rezaron en siríaco. Hizo referencia a que no se olvidarán de volver a ello en la liturgia; por ejemplo, dijo, uno de los requisitos para imprimir un misal consistía, junto con la aprobación eclesiástica, que apareciera el texto original en siríaco al lado del texto en lengua vernácula; y citó a los sínodos de 1744-1755-1756 que protegieron la lengua siríaca como se explica en este artículo: Los patriarcas y la preservación de la identidad siríaca.


Recomendó, para comenzar a profundizar en esta identidad siríaca, que se invite a todos los maronitas a que, al menos, aprendan a rezar el padrenuestro y el avemaría en siríaco. Uno de los obispos ahí presentes comentó que lo implementará en su Diócesis para todas las escuelas desde la educación básica hasta la universidad. Por algo se ha de comenzar.

Finalmente hizo una interesante observación: más del 90% de los libaneses maronitas viven en la diáspora y no hablan ni el libanés ni el árabe. De ahí que se abre una oportunidad para enseñar el siríaco.


Con la presencia practicante de todos los jerarcas maronitas de la diáspora, se logró hoy un emotivo consenso: promover nuestra identidad y nuestra lengua siríaca contando con el soporte del Tur Levnon.



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