San Clemente de Roma
Papa de aproximadamente 90 a 100
Epístola a los Corintios, 14-16
Es justo y santo, hermanos, obedecer a Dios antes que seguir a los que, por soberbia y sedición, se han convertido en agitadores. Aferrémonos a los que cultivan la paz con piedad, y no a los que hipócritamente profesan desearla. Porque la Escritura dice en cierto lugar: "Este pueblo me honra sólo con los labios aunque su corazón está lejos de mí" (Is 29,13; Mc 7,6). Y otra vez: "Con la boca bendicen, pero por dentro maldicen" (Sal 61[62],5). Y otra vez dice: "Lo halagaron con la boca y le mintieron con la lengua, aunque su corazón no fue firme para con él, ni fueron fieles a su alianza" (Sal 77[78],36).
Porque Cristo pertenece a los que son de mente humilde, y no a los que se exaltan sobre su rebaño. Nuestro Señor Jesucristo, cetro de la majestad de Dios, no vino con pompa de soberbia o de arrogancia -aunque pudo haberlo hecho- sino en condición de humildad, como el Espíritu Santo declaró acerca de él: "Señor, quien ha creído nuestro anuncio? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor? Hemos declarado nuestro mensaje en su presencia. Él es como un niño, y como un retoño de la tierra reseca; no había en él un porte majestuoso para hacernos mirarle, ninguna apariencia que nos atraiga hacia él» (Is 53,1-3). Ahora veis, amados, cuál es el ejemplo que se nos da; porque si el Señor se humilló así, ¿qué haremos nosotros que, por medio de él, hemos llegado bajo el yugo de su gracia?
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