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«Te he dado gloria en la tierra al terminar la obra que me encomendaste hacer».


#maronitas

San Agustín (354-430)

Obispo de Hipona (Norte de África) y Doctor de la Iglesia

Sermones sobre San Juan, núm. 106


“He dado a conocer tu nombre a los que me diste”. En el pensamiento del Salvador, estas palabras incluyen a todos los que iban a creer en él como miembros de la Gran Iglesia, que está compuesta por todas las naciones y de la cual el salmista dijo: “Pronunciaré alabanzas en la vasta asamblea”. (Sal 22, 26) Así que es verdaderamente esta glorificación por la cual el Hijo da gloria al Padre, difundiendo el conocimiento de su nombre entre las naciones y a las innumerables generaciones de seres humanos. Así, cuando dijo: “He dado a conocer tu nombre a los que me diste”, se refiere a lo que le precede: “Te he dado gloria en la tierra…”


“He dado a conocer tu nombre a los que me diste”: no su nombre como Dios, sino como Padre. Ese nombre no podría darse a conocer sin la manifestación del Hijo. Porque incluso antes de creer en Jesucristo, no había un solo pueblo que no tuviera un conocimiento cierto de Dios como el Dios de toda la creación. Porque tal es el poder del Dios verdadero que no podría estar absolutamente oculto a una criatura con razón que quisiera hacer uso de su mente. Excepto un pequeño número de individuos cuya naturaleza realmente se ha vuelto depravada, todo el género humano reconoce a Dios como el autor de este mundo. Pero el nombre de "Padre de Jesucristo", por quien quita el pecado del mundo, no fue conocido en absoluto, y ese es el nombre que el Señor da a conocer a aquellos que el Padre le dio.

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